Ayer por la tarde, cuando volvía a casa después de pasar el fin de semana fuera, en la autopista, un camión que circulaba a nuestra derecha un poco delante de nosotros, de repente atravesó dos carriles porque se pasaba su salida. Frenamos a tiempo, sino nos hubiese arrollado.
En ese momento sentí el miedo a la muerte y sentí la fuerza de la vida. En ese instante justo no vi pasar la vida ya vivida, como dicen algunos, sino que vi la vida que aún me queda por vivir, las cosas que aún no he hecho, los deseos no cumplidos. Vi una segunda oportunidad, una segunda vida.
Ayer, la muerte se paseó por delante de mí, pero me regaló la vida. Me advirtió de su levedad. Entendí que ésta es prestada, no me pertenece. Yo no decido cuándo dejarla, pero sí puedo decidir cómo vivirla.
Quizás es un toque del universo. No puedes quedarte llorando en un rincón por lo que no tienes o por lo que deseas. Lánzate a la vida. Abre los brazos y déjate caer en tus sueños, en lo que te hace vibrar. Deja lo correcto y lo incorrecto, las tácticas, los planes, el qué dirán… Y VIVE, porque la vida es prestada.
Haz lo que sienta tu corazón, ama con toda tu intensidad, di “te quiero” cada día. Ayer, en ese instante en que la muerte me rozó, sentí las emociones no expresadas por miedo, todo lo callado quería salir a gritos. ¡Cuánto amor guardamos por miedo!
Qué difícil es lo fácil.
¡VIVE! PORQUE LA VIDA ES PRESTADA
Deja una respuesta